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Cultural

Ley del libro obligará a crear bibliotecas escolares

Justicia. Uno de los mayores alcances de la ley que aprobó el pleno del Congreso es que promoverá lectores, además de dinamizar la industria editorial en nuestro país.

Por: Javier Arévalo

Podría parecer paradójico, pero el conservador Ministerio de Economía peruano fijó una de las directrices fundamentales de la nueva ley del libro: sus tecnócratas siempre sostuvieron que las exoneraciones y la reducción de impuestos al libro solo beneficia al lector ya existente, que es una persona privilegiada con acceso al libro y la lectura.

De lo que se trataba era de dar una ley para crear sistemas públicos de biblioteca para atender a todo ciudadano y, en particular, a escolares de sectores populares a quienes el Estado peruano ha excluido históricamente del acceso al libro y nunca aseguró su derecho a leer: esta ley debería resarcir esa deuda.

Durante años, el enfoque de la ley del libro que demandaba la cámara peruana del sector incidía en la reducción de impuestos a las exportaciones y a la eliminación del IGV, demandas en línea con la naturaleza de la cámara, mayoritariamente compuesta por importadores de libros.

Para el congresista Alberto de Belaunde, el principal mérito de esta ley es que no se limita a dar exoneraciones o facilidades económicas a la industria. Lo que más destaca “es el énfasis en la promoción de la biblioteca pública y el rol que se tiene que cumplir en los tres niveles de Gobierno para fomentar estos espacios, que son el corazón de cualquier impulso de la lectura en nuestro país”.

Impulsará la industria editorial

El vicepresidente del Congreso Luis Valdez, de APP, autor del proyecto ley prevé positivas consecuencias en la sociedad peruana “porque dinamizará la industria editorial y generará un impacto positivo en la educación” y desde lo económico ve “producción local y generación de empleo” “porque permitirá mantener a flote empresas que constituyen el mercado de libros en el Perú, incluidas las mypes, que representan el 90% del total de empresas de este mercado; a la vez que se permitirá la reducción de la informalidad”.

Si Vizcarra promulga la ley, ¿cómo será liderado el proceso?

Un experto en comunicaciones y exfuncionario en el Minedu sostuvo que adentro “es un laberinto” de opiniones entre las direcciones que compiten para estar alineadas con las preocupaciones personales que cada ministro trae cuando llega al portafolio.

Durante muchos años, las pugnas entre funcionarios de la Biblioteca Nacional, el Ministerio de Cultura, y el Minedu trabaron el desarrollo de una propuesta de ley sólida.

La Comisión de Cultura, presidida por Alcides Rayme Marín, del Frepap, ha hilado fino para conseguir la unanimidad que todos hemos visto; la ley ha sido promovida por políticos de bancadas diversas, entre ellos izquierdistas como Rocío Silva Santisteban y liberales como Daniel Olivares, fue aprobada con 124 votos y exonerada de una segunda votación.

Willy del Pozo, presidente de la Cámara Peruana del Libro, sabe que si el presidente promulga la ley la próxima semana, “no quiere decir que aquí queda todo, tenemos que incidir en los procedimientos” para que pueda realizarse.

La preocupación de Del Pozo responde a una continua situación de disputas internas entre los funcionarios de los ministerios. ¿Esta ley enfrentará al Minedu y el Mincul en una lucha por tener la dirección del sistema?

En la lógica peruana, las políticas se impulsan solo si hay voluntad del “jefe” para que se realicen. Si Vizcarra promulga la ley y la asume como un legado de su administración al futuro, podría proponerle al siguiente gobierno una visión de Estado que asigne a cada ministerio y a cada región su tarea y su meta.

Podría, por ejemplo, proponer un país que en diez años no tendrá escuela alguna que carezca de un servicio de biblioteca de estándar mundial y que esa meta se alcanzará con objetivos anuales respaldados por presupuestos y por logros, asignados por el MEF.

Contra lo que puede creerse, los recursos para que ese sistema de bibliotecas exista los genera el país: cada región devuelve en promedio 40% de su presupuesto anualmente, por lo general, por una falta total de creatividad para desarrollar proyectos.

“Ese tipo de detalles de manejo institucional siempre se establece con mayor claridad en la reglamentación, por eso la reglamentación es tan importante”, sostuvo el congresista Alberto de Belaunde. “No sé si el presidente Vizcarra tiene esta visión, espero que sí. En todo caso, quiero creer que puede ser un tema importante en la próxima campaña electoral, para buscar compromisos reales de los candidatos respecto al impulso de la lectura en las escuelas para cambiar nuestro país. Y ahí tal vez habría que pensar en el Bicentenario no como un punto de llegada sino como uno de partida del momento en el cual por fin esta realidad cambió”.

Analfabetismo

La realidad de la que habla De Belaunde, que debe cambiar, es una que condena peligrosamente a siete de cada diez adolescentes a reproducir el ciclo de su pobreza. Si esos siete adolescentes no comprenden lo que leen, obviamente es porque no tuvieron oportunidad de desarrollar hábito lector porque carecieron del acceso al recurso que lo hace posible: el libro.

Con siete de cada tres adolescentes peruanos en condición de analfabetismo funcional, pocos son los que pueden desarrollar plenamente las capacidades intelectuales que necesitan para terminar su formación profesional. Formar lectores impacta en las economías nacionales porque produce personas capaces de cumplir sus ciclos escolares y académicos, y de mantener su continua preparación y capacitación profesional.

La gran deuda que tenemos con los niños es de libros

En una biblioteca en Calgary, Canadá, una niña le pregunta a la bibliotecaria del servicio municipal: ¿cuántos libros pueden prestarme? La bibliotecaria le responde: 999 si los puedes cargar. En el Perú, un niño no tiene hoy en su escuela bibliotecario a quien preguntarle. En el Perú le responderían: ¿quieres leer? ¡Cómprate tu libro!

Más de 8 millones de escolares y casi medio millón de maestros son los primeros deudores que este país tiene: más de 50 mil escuelas que con los presupuestos regionales tendrán que invertir en un servicio que para serlo ha de ser bibliodiverso, libre, con préstamo a casa y manejado por personal entrenado en animación lectora.

¿Cuánto puede costar una biblioteca en una escuela? No, esa no es la pregunta. La pregunta es cuándo las tendremos y para cuándo cosecharemos las primeras generaciones de niños competentes para entender el libro que leen, su historia, sus vidas, la política del país y el mundo en el que viven.

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