Cultural

Fietta Jarque: “En cuanto a artistas, estamos en la mejor época del Perú. Lo que es un desastre es todo lo demás”

Desde Madrid. La autora conversa con La República acerca del estado del arte peruano hoy. Si bien reconoce los grandes logros, es muy crítica con las carencias que vive la escena.

Fietta Jarque comenta sobre su labor como comunicadora. Foto: Pedro Jarque Krebs
Fietta Jarque comenta sobre su labor como comunicadora. Foto: Pedro Jarque Krebs

Pocos peruanos han vivido tanto el periodismo cultural como la crítica y escritora Fietta Jarque, quien actualmente dirige la revista Ojo Dorado del ICPNA. Su trabajo como editora es excepcional. La revista ofrece un contenido de primer nivel tanto nacional como internacional. Su última novela, Madame Gauguin (FCE, 2022), se centra en la hija de Flora Tristán, quien fue madre de Paul Gauguin.

Fietta piensa que en el periodismo cultural “a pesar de que hay periodistas, escritores y críticos es difícil que no vayan a lo trillado y a lo superconocido”. “Si tú has trabajado en medios de comunicación grandes, los jefes normalmente no saben mucho de cultura, no les interesa o la menosprecian, porque, claro, siempre es la política, el deporte, los grandes titulares, prefieren ir a cosas conocidas. Cuando tú le propones algo que puede ser un escritor exquisito, que tú sabes que gana el premio Nobel, pero ellos no lo conocen, dicen: “A este no lo conoce nadie, no lo vamos a dar, o lo damos reducido”. Entonces, en Ojo Dorado evitamos eso. Entre otras cosas, porque Alberto Servat, que es el gerente del ICPNA Cultural, es también un periodista cultural de carrera y de práctica, y tiene claro que, cuando tú conoces realmente de literatura o de cine o de arte, sabes quiénes son realmente los más importantes, y no son necesariamente gente muy popular o conocida. Entonces nosotros queremos dejar constancia de eso”, afirma.

-¿Cómo crees que un escritor, un artista, un cineasta se hace conocido cuando tiene ese lugar secreto? Hay muchos artistas, de todas las disciplinas, con obras muy bien trabajadas. Sin embargo, no se les da preferencia en los medios debido a esto que tú describes.

-Sí. Mira, eso sucede en Perú, sucede en España, seguro que sucede en Francia, en Mozambique y en Japón. Los medios de comunicación generalistas, masivos, nacionales, salvo algunos —que tienen alguna vocación cultural, quizás porque el director o directora del medio es cercano a eso o por prestigio y les interesa dar más espacio a las páginas culturales—, no nos suelen valorar. Yo he trabajado en El País casi 30 años a diario. No era colaboradora, era de redacción todos los días, de 8 a 10 horas diarias. Al principio, teníamos de 10 a 12 páginas diarias de información de cultura y espectáculos, y se nos quedaban cosas fuera por montones. Siempre porque hay mucha actividad, mucha más de la que la gente cree. Entonces, obviamente, es un campo en el que tienes que conocer, ¿no? Así como el deporte, pues no puedes poner a cualquiera, tienes que conocer cómo funcionan los equipos, los nombres, los récords y todo, pues en este medio también. La cultura es un medio mucho más grande de lo que la gente piensa y mucho más pequeño de lo que debería. ¿Qué puede hacer un artista, un creador, o escritor, o escritora, o músicos, actrices, de todos los medios de expresión? Seguir trabajando. Aunque también puede haber los típicos casos que siempre se dicen de: “Ah, este escritor secreto, que nadie lo conoce, porque es muy retraído y no se sabe comunicar con los medios”. Eso también puede suceder. Pero, normalmente, para eso también existía y existe la crítica literaria que debería ocuparse de todo tipo de publicaciones. En el Perú, por ejemplo, es lamentable que nunca hubo demasiadas páginas culturales. Cuando yo empecé en el diario El Observador, dirigido por Luis Jaime Cisneros, quien era un erudito, obviamente había páginas culturales y todos los escritos tenían una calidad y una exigencia. Además, en esa época salía El Caballo Rojo en el Diario de Marka, que también era un extraordinario elemento cultural. Pero, claro, eso ha ido de menos a menos. Y se ha contaminado por algo tan extraño llamado “la farándula”, que no existe en ningún sitio, creo, más que ahí. Por supuesto que existe la chismografía y algunos famosos que son famosos por ser famosos, pero eso no es, digamos, lo que ocupa al mundo que llamamos cultural, que tampoco es que tenga que ser necesariamente elitista.

-¿Y qué crees que debe privilegiar un medio cultural? ¿Cubrir la mayor cantidad posible de cosas o tener artículos de calidad, profundos, una crítica literaria, por ejemplo?

-Mira, es una buena pregunta, porque yo creo que quienes hemos ejercido el periodismo cultural hemos tenido que convivir con las dos cosas. Depende del medio, porque realmente ahora ya, y no es ningún secreto, el periodismo en papel está a punto de desaparecer. Cada vez hay menos páginas, ya no hay publicidad sobre el papel, y entonces están ganando los medios digitales. Ahí pueden convivir las dos cosas. Porque si bien es cierto que la gente cada vez lee menos y ya al primer párrafo se están cansando, luego hay gente que sí, que le gusta leer y es capaz de leerse un artículo largo si es interesante. Entonces, el medio digital puede albergar ambas cosas. Ahora, todo depende de la confianza que tenga el director del medio en la persona a la que le encarga la información cultural. Debe tener mucha confianza. Y si le dicen ‘fulanita o fulanito es un poeta o un artista extraordinario’ y el director no lo conoce, que le diga ‘ok, tú decides. Tenemos tantas páginas o tanto espacio, confío en tu criterio’. Yo creo que eso es importante. Creo que los periodistas culturales deben tener esa voracidad por estar al día, deben conocer cuáles son las últimas novedades de literatura, de música, de teatro y todo. Porque a las personas que nos interesan los temas culturales nos interesan varios y no solo uno. Yo quiero saber cuál es la última serie extraordinaria que acaba de aparecer y un libro y una cantante o lo que sea. Sí pienso que hay que tener prescriptores, que es una palabra tan fea. En el primer número de Ojo Dorado, yo puse que no sabíamos a quién nos dirigíamos. Normalmente se hace una revista o un producto con un público objetivo. Yo no sabía. Pensé en esperar que nos vayan encontrando e irlos encontrando nosotros a ellos. Creo que sí hay un público, el tema es que faltan medios que interesen.

-Has ejercido como crítica de arte, ¿cómo ves el panorama del arte peruano actual si lo comparas con el arte contemporáneo a nivel latinoamericano o global?

-Mira, en cuanto a artistas, estamos en la mejor época de la historia de Perú. Hay muchísimos artistas peruanos de primera. Muchos de ellos están siendo reconocidos en el extranjero: tienen galerías aquí o allá, los invitan a ferias, y están en colecciones importantes. Perú es uno de los países que tienen cosas de lo mejor a nivel universal. Lo que es un desastre es todo lo demás. Es decir, no hay un museo de arte contemporáneo que puedas visitar y ver a artistas modernos y contemporáneos peruanos. No hay ninguno porque el MALI nunca construyó la ampliación. Entonces, tienen la colección, pero no la muestran. Hacen exposiciones, pero no hay un sitio donde tú puedas conocer a los artistas. No hay ni un museo. Creo que es el único país importante de América Latina que no tiene un museo. Sé que el MAC de Barranco está haciendo intentos un poco para paliar esas cosas, pero aún está lejos. Luego, cada vez hay menos galerías. Hay muchos más artistas —sobre todo los más jóvenes— que no tienen posibilidad con galerías en Perú. ¿Y por qué no hay galerías? Pues porque no hay muchos coleccionistas. Los coleccionistas peruanos, los que tienen posibilidades, van a las ferias internacionales y se compran ahí otros artistas, incluso peruanos, pero no las compran en el Perú. Y, claro, los artistas viven de su trabajo, y es un trabajo muy sacrificado. Es como ser actor, ¿sabes? No sabes cuándo te van a llamar, te van a pagar, y tienes que vivir normalmente. Entonces, hay un gran momento de artistas y un pésimo momento de infraestructuras, de apoyo y de difusión del arte.

-Eso genera una situación extraña, en la cual tenemos, como dices, muy grandes artistas, pero en el Perú no necesariamente los conocemos, no los vemos en medios, no son artistas que se pronuncian tampoco. La figura del artista como un intelectual que habla, que opina sobre la política, sobre arte, sobre cultura, ya no existe casi en nuestro país.

-Sí. En el primer número de Ojo Dorado hice algo que yo sé que fue un poco polémico, pero que yo creo que lo hice correctamente: una especie de ranking de los artistas peruanos con mayor proyección en el extranjero. En el Perú, casi todos los que estén metidos en el mundo del arte los conocen, pero cualquier persona por la calle no tiene ni idea de quiénes son. Por ahí le suena Fernando de Szyszlo o Gerardo Chávez. No más. ¿Por qué? Por lo que tú has dicho. Porque Fernando de Szyszlo era una persona que constantemente, desde muy joven, antes incluso de hacerse famoso como pintor, ya escribía artículos en la prensa, y cada cosa que pasaba, pues, estaba ahí dando su opinión. Era un intelectual comprometido, como se usaba, pues, en esa época, a mediados del siglo pasado. Hoy, el único que de vez en cuando se pronuncia y quizá tiene más repercusión es Ramiro Llona, que escribe y es una persona que lee mucho, pero también hasta cierto punto… Los demás nunca se pronuncian. Entonces, obviamente, no tienen esa difusión mediática más allá de lo que puede ser su última exposición cuando sale. Después de eso se acaba. Y crítica de arte hay poquísima. Entonces, es complicado.

Periodista cultural. Egresado de la Facultad de Humanidades con mención en Estudios Latinoamericanos en la Pontificia Universidad Católica del Perú. En 2022, publicó el libro de cuentos Impresiones y, actualmente, alista su primera novela. Es aficionado al Birdwatching y miembro del inexistente grupo literario Etc.