Los jóvenes peruanos que buscan salvar el planeta

La tarde del pasado 25 de julio, en la Corte Superior de Lima ocurrió algo excepcional. Un grupo de adolescentes, de entre 12 y 15 años, se presentó de manera virtual ante el juez Iván Cabrera, del Décimo Juzgado Constitucional, para sustentar una demanda de amparo que busca obligar al Gobierno peruano a detener, cuanto antes, la deforestación en la Amazonía.

Sus nombres son Emilia Becerra (15), Héctor Delgado (15), Laura Ruiz (15) y Camila Ruiz (12). Son estudiantes del colegio José Antonio Encinas de Magdalena. Y están frustrados y enojados.

A pesar de su corta edad, llevan años escuchando a las autoridades peruanas anunciar que tomarán medidas para proteger los bosques amazónicos, la mayor reserva de carbono del mundo y el lugar con la mayor biodiversidad. Y se sienten engañados.

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—Hay un montón de cosas firmadas en el papel —dice Héctor—, pero es evidente que no están funcionando, porque hemos llegado al punto más alto de deforestación de los últimos 20 años.

Los adolescentes sostienen que se ha vulnerado su derecho constitucional a un medio ambiente adecuado y equilibrado para el desarrollo de la vida y que están bajo amenaza sus derechos a la vida, a la salud, al agua y a la dignidad humana.

Con el apoyo del Instituto de Defensa Legal (IDL) y de la ONG Kené, están pidiendo que el Poder Judicial reconozca a la Amazonía peruana como un ente sujeto de derechos y que le ordene al Gobierno incorporar objetivos concretos, con recursos, en las políticas ambientales, con el fin de reducir a cero la deforestación en esa zona para el año 2025.

La cruzada que han iniciado no será fácil. En la audiencia judicial, vía Zoom, no faltaron las miradas condescendientes de parte de los abogados de las instituciones demandadas —la PCM y varios ministerios— e, incluso, alguno de ellos se atrevió a comparar su demanda con un “proyecto escolar”.

Pero están decididos. Y hay antecedentes internacionales recientes que les hacen mantener el optimismo.

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Un mundo destruido

Héctor, Laura, Camila y Emilia se inspiraron en la demanda que un grupo de niños y jóvenes colombianos interpuso, en 2018, ante la Corte Suprema de ese país para reclamarle al Estado medidas concretas y frenar la deforestación de la Amazonía colombiana. La justicia les dio la razón y ordenó al Gobierno que elabore un plan de acción y que se ponga en marcha cuanto antes.

En 2019, Laura y Camila Ruiz, hijas de Juan Carlos Ruiz, coordinador del Área de Justicia Constitucional del IDL, vieron un documental que les mostró su padre sobre el caso de los jóvenes colombianos. Laura se lo comentó a sus amigos Héctor y Emilia, y les propuso: ¿y si hacían lo mismo en el Perú?

Héctor y Emilia, por su lado, tenían vivo en su memoria el recuerdo de la visita que hicieron con el colegio a la zona de Carapongo después de El Niño Costero de 2017. Conocieron a niños como ellos que vivían hacinados en carpas y que lo habían perdido todo. Coincidieron en que la situación climática era cada vez peor y que había que actuar ya.

Ese año, la demanda fue rechazada por un tema de forma, pero esta vez los chicos tienen la esperanza de que el juez Iván Cabrera la admita y que pueda tener éxito.

—El secretario general de la ONU dice que ya hemos dejado la etapa del calentamiento global y que hemos entrado en la etapa de la ebullición global —dice Emilia—.Y las medidas que se están tomando no están logrando nada para cambiar esa situación. Tenemos un sentimiento de impotencia y frustración.

—Todo el mundo habla de las consecuencias del cambio climático a futuro —menciona Laura—; pero las consecuencias ya están aquí, no tenemos invierno, y es como si la gente no se hubiera dado cuenta de eso.

—Me parece injusto que, por sus propias ambiciones, las autoridades nos estén heredando un mundo destruido —manifiesta Héctor—.Me pregunto cómo pueden sentirse tan tranquilos sabiendo toda la destrucción que están dejando que ocurra y que también van a recibir sus hijos.

Piden ser escuchados

Con algunos años más que Emilia y sus amigos, Alejandra León (19), Claudia Cueva (23) y María Ángela Huamán (23) saben bien lo que es asumir el activismo ambiental en un país que, siendo uno de los más vulnerables al cambio climático, parece actuar como si esta crisis no existiera.

Ellas forman parte de Jóvenes Peruanos frente al Cambio Climático ( JPCC), un colectivo creado hace ocho años por voluntarios que participaron en la realización de la COP 20 en Lima, con el objetivo de trabajar cooperativamente en soluciones que ayuden a luchar contra la crisis climática.

Alejandra, estudiante de Biología, dice que actualmente lo integran alrededor de 80 jóvenes, entre los 18 y los 29 años. Entre sus últimas actividades están la co-organización de las protestas contra Repsol tras el derrame de petróleo en Ventanilla y la campaña para que el Perú apoye el pedido a la Corte Internacional de Justicia y así se pronuncie y exija a los estados una mayor acción climática.

—Nos preocupa la falta de liderazgo que tiene el Perú en las negociaciones climáticas —dice Alejandra—, a pesar de ser uno de los países más vulnerables. Creemos que se necesita una mayor participación de los jóvenes en el proceso de toma de decisiones sobre lo que se está haciendo con respecto a nuestro futuro.

—A mí me preocupa mucho el impacto del cambio climático en la salud humana —advierte, por su parte, María Ángela, quien estudia Ingeniería Ambiental—. Me preocupan las epidemias que puedan surgir, las pandemias, las nuevas enfermedades que se vuelven resistentes en el agua contaminada. Hemos vivido ya una pandemia y nos ha dejado devastados.

—Los reportes del IPCC [Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático] dice que tenemos que cortar las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030 si queremos limitar el calentamiento global a 1,5 grados —refiere Alejandra—. En el año 2030 yo voy a tener 27 años. Voy a tener toda una vida por delante. No quiero estar sufriendo porque el futuro que vamos a tener será alarmante.