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Políticos con mentalidad de presidiarios

“Un informe presentado por la ONG Proética indica que el 72% de la población tiene una tolerancia media hacia la corrupción”.

Los últimos 20 años, época de posdictadura, que debieron ser de crecimiento económico, social y democrático nos han estallado en la cara con una desesperanzadora –aunque conocida y cuchicheada– realidad, todos los presidentes del nuevo siglo y los candidatos que llegaron a la segunda vuelta están presos o afrontan serias investigaciones por corrupción: Fujimori, Toledo, García (quien decidió no afrontar la prisión preventiva), Humala, Keiko, PPK y Castillo.

La incertidumbre es si tomamos esta inexorable realidad como algo positivo o negativo, eso quiere decir o somos un país que presume tener un sistema de justicia efectivo y que es capaz de encarcelar a los corruptos y dictadores que pongan en peligro la democracia del país, aun sin importar el poder que despliegan. O somos un país tristemente reconocido por tener un récord de políticos y expresidentes presos por corrupción, lavado de dinero y pueriles intentos de golpe de Estado.

Pero, cómo es posible que un país que sufrió una hiperinflación y corrupción desbordante en el primer Gobierno de Alan García haya pasado a una dictadura de siniestros personajes que compraban opiniones, pasiones y voluntades con Fujimori y Montesinos. Y luego, soportar 20 años de corruptelas, injusticias y excesiva desigualdad en cinco Gobiernos que obedecían a sus mecenas de campaña, que orquestaban leyes en favor de sus aportantes y que, a pesar de todas las denuncias que se formularon en su contra, los hemos tenido como referentes de nuestra política actual.  

Un informe presentado por la ONG Proética indica que el 72% de la población tiene una tolerancia media hacia la corrupción y 6%, una tolerancia alta. Es decir, un 78% de peruanos normaliza la corrupción como parte del sistema en el que habitamos. Por eso es necesario que el sentido de justicia sea objetivo y drástico contra todo funcionario que cometa estos delitos, ya que se enseña con el ejemplo (y el castigo). Y si el peruano de a pie percibe que nadie es impune ante la corrupción, eso podría crear una verdadera ola de cambio que nos lleve, en un futuro expectante, no solo a elegir mejores autoridades en los poderes Legislativo y Ejecutivo, sino que este tipo de gente ni siquiera tenga como opción entrar en política si tiene antecedentes, actitudes, vicios y mentalidad de presidiario.

Pedro Castro Balmaceda

Piurano, Comunicador Social y Administrador. Fui periodista más de un lustro y desde hace una década trabajo en Relaciones Comunitarias, pero siento que entre ambas profesiones existe una similitud: la sensibilidad social. Me gusta leer y escribir, tengo cuentos sin publicar y una novela a mitad de camino por falta de inspiración y valentía.