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Dos elecciones: dos esperanzas, por Diego García-Sayán

“Ante esa demolición de la institucionalidad judicial y el socavamiento de fiscales independientes, imposible no pensar en el Perú. ¿’Pacto de los Corruptos’ en gestación?”.

El escenario se presentaba complejo y retador el domingo pasado. Tanto en Ecuador como en Guatemala. Ensangrentado el proceso electoral ecuatoriano por el asesinato del candidato Fernando Villavicencio a manos del crimen organizado en una calle de Quito, magullado el proceso guatemalteco con interferencias indebidas por una justicia cuestionada por su articulación con redes corruptas.

Sin embargo, la gente estuvo por encima de retos y amenazas, concurrió masivamente a las urnas y expresó sus preferencias en resultados que ya son conocidos. La votación se pudo llevar a cabo en términos razonablemente “normales”, con concurrencias masivas a las urnas en los dos países. En fin, señales positivas en medio de un cuadro desalentador y dramático.

Pese al complejo y hasta violento contexto –especialmente por el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio en Ecuador– las hubo ese domingo en Ecuador. Queda pendiente el resultado a decidirse en la segunda vuelta.

En el caso de Guatemala, el triunfo contundente del progresista Bernardo Arévalo abre un abanico de oportunidades. Avanza en demoler el nefasto “Pacto de los Corruptos”, que durante la gestión del presidente Giammattei ha desmembrado y desarticulado a instituciones clave como el Ministerio Público. Además, derrota la agenda retardataria que sostenía el régimen saliente cerrando el paso al continuismo que encarnaba la neoconservadora Sandra Torres.

Guatemala tiene sus propias complejidades históricas. Y está hoy asfixiada por la política clientelar del “Pacto de los Corruptos”. Además, varios de sus propios espacios geográficos e institucionales están en manos del crimen organizado. Ante amenazas, ataques y desplazamiento en sus funciones, fiscales y jueces que investigaban a los corruptos, fueron amenazados, atacados y desplazados de sus funciones.

Casi un centenar de quienes “pisaron los callos” corruptos, tuvieron que salir del país. Entre ellos, la hoy exiliada ex fiscal general Thelma Aldana quien había liderado una intensa lucha anticorrupción. Como en todas partes se cuecen habas, a la Guatemala de hoy le toca sufrir una fiscal general –Consuelo Porras– adscrita al poder de turno. Asimismo, al fiscal Curruchiche (“Contra la Impunidad”) empeñado en sacar de carrera –sin éxito– al movimiento “Semilla” del candidato triunfador Bernardo Arévalo, hoy presidente electo.

Ante esa demolición de la institucionalidad judicial y el socavamiento de fiscales independientes, imposible no pensar en el Perú. ¿”Pacto de los Corruptos” en gestación? Grave que la cabeza del Ministerio Público –la cuestionada fiscal de la nación– se procure a sí misma impunidad cuestionando ante el TC la indiscutible competencia constitucional disciplinaria sobre jueces y fiscales que corresponde a la Junta Nacional de Justicia.

Mientras, en Ecuador, el crimen organizado transnacional ensangrentaba el país. Encallecidos nuestros países andinos en la inconducente –y fracasada– “Guerra contra las drogas”, hoy no solo hay más drogas, sino que es mayor la telaraña del crimen organizado ante la falta de creatividad para respuestas efectivas.

La salida adelantada del presidente Guillermo Lasso, por haber recurrido a la “muerte cruzada”, precede a un Gobierno que tendrá corta duración, solo por el resto del período de Lasso (hasta 2025). Y con una asamblea legislativa impredecible en la que no es claro que el Gobierno entrante tendrá mayoría. Poco tiempo y condiciones complejas para el proceso de toma de decisiones y la segunda vuelta.

Pero hay un resultado claro de primera vuelta que deja en carrera a la correísta Luisa González y al joven empresario guayaquileño Daniel Noboa para la segunda vuelta del 15 de octubre. Dos opciones nacionales y ritmo que se espera siga siendo marcado por el electorado y no por el crimen organizado. Oportunidad para cohesionar a la sociedad contra sus enemigos principales, principalmente el impune y creciente crimen organizado.

Momento, pues, de oportunidades para los dos países.

larepublica.pe
Diego García Sayán

Atando cabos

Abogado y Magister en derecho. Ha sido ministro de Relaciones Exteriores (2001- 2002) y de Justicia (2000- 2001). También presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Fue Relator Especial de la ONU sobre Independencia de Jueces y Abogados hasta diciembre de 2022. Autor de varios libros sobre asuntos jurídicos y relaciones internacionales.