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Allá va media docena de ministros, por Mirko Lauer

"No es una danza muy elegante, pero en cierto modo le funciona como en el primer día: si ella es obligada a salir, se producirá un caos como en el peor castillismo. Nadie quiere eso".

Miren las fotos de Palacio. No se sabe si los ministros nombrados están más mustios o tristes que los despedidos. El cambio de gabinete no ha sido una fiesta de sillas musicales, sino una sesión de sacrificio. Todos saben, según el caso, que han sido llamados o largados por la misma necesidad de asegurar los votos favorables del Congreso para Gustavo Adrianzén.

¿Tiene este cambio de gabinete alguna otra significación? En verdad, no. Una de esas aplicadas políticas ex castillistas que dan vueltas por allí lo ha definido como una suerte de gran boda de la corrupción. Le falla la memoria. Ese enlace ya se ha producido hace buen tiempo, y no parece necesitado de renovar los votos por ahora.

Se supone que los seis nuevos ministros han sido fuertemente sugeridos por sendas bancadas. No significa que los ministros salientes o los actuantes no hayan pasado por lo mismo. El vacío de los Ejecutivos sin mayoría siempre ha obligado a eso, pero en el tiempo los acuerdos se han realizado con diferente gracia.

La hipótesis de fondo es que el voto de confianza se hubiera dado de todas maneras, si no hubieran aparecido los relojes. No son las mociones de vacancia las que obligaron a actuar, sino el peligro de una censura a Adrianzén. Había que impedir esa censura, distraer al público respecto de los relojes, y ejecutar un acto de poder presidencial.

Así se ha movido Boluarte: denunciar una conspiración en su contra, criticar la actuación de la fiscalía, hacer un cambio de regular tamaño en el gabinete. No es una danza muy elegante, pero en cierto modo le funciona como en el primer día: si ella es obligada a salir, se producirá un caos como en el peor castillismo. Nadie quiere eso.

¿Ha pasado la crisis? En sus posibilidades más dramáticas, como la vacancia imposible, ya todo ha pasado. En cuanto a la crisis de debilidad y desprestigio, la cosa sigue adelante, y ninguno de los personajes recién subidos a bordo va a resolver este problema nacional. Como en el refrán, cuanto más cambia la situación, más se va volviendo la misma cosa.

Vemos gente impaciente buscando acelerar la partida de Dina Boluarte. Pero lo que prácticamente no vemos es gente preparándose para el momento en que esa partida suceda.

Mirko Lauer

Observador

Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).