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Jorge Eielson en su siglo, por Mirko Lauer

“La obra plástica de Eielson se hizo célebre por sus quipus, a través de los cuales fue expresando tensiones entre su peruanidad y su cosmopolitismo”.

Este mes Jorge Eduardo Eielson cumple 100 años de nacido. No le hubiera gustado la evocación, pues siempre eludió lo convencional. Eso lo llevó a dejar el país, buscando un lugar como creador entre las vanguardias europeas. Terminó prefiriendo el suave estilo de Italia, quizás por ser donde más se aprecian la originalidad y el diseño.

La suya es una obra que obliga a elegir entre el esplendor de su poesía, la severidad de su rica producción visual, su novela única y múltiple a la vez, o sus incursiones en el happening o la performance. Eielson es un creador con ramas que exigen conocimiento y dedicación. Lo cual ha hecho que exista un Eielson preferido para cada fan.

Su poesía empezó en la intensa admiración por Rilke, y pronto pasó a ser una negación de la escritura, como ella aparece (o más bien desaparece) en su Poesía escrita de 1976. La poesía que siguió a esas primeras negaciones fue geométrica, eficaz, sentimental, con poemas sentidos como estatuas de los foros del universo clásico.

La obra plástica de Eielson se hizo célebre por sus quipus, a través de los cuales fue expresando tensiones entre su peruanidad y su cosmopolitismo. Es la forma moderna que terminó definiéndolo mejor que todas las otras en su trabajo: nudos y colores que llevan al lienzo la maravilla de lo preincaico en nuestras costas, atisbos de la mejor poesía visual.

Nudos espléndidos, pero nudos de todas maneras. En 1974 me escribe desde Cerdeña “... espero ir al Perú apenas posible —es en serio— no soporto más Europa, prefiero morirme de hambre y de vejez como una momia de Paracas (...) Todo mi castillo de naipes europeo se ha venido abajo, y no me queda sino identificarme con las fabulosas ruinas de mis abuelos y la miseria de mis padres”.

A la postre, Eielson habría tenido razón. No importa si son 100 años o 50 los años. Cualquier momento es bueno para mejorar la comprensión nacional de uno de los creadores más fantásticos del continente. Un año Eielson ciertamente ayudaría. La puesta de su obra de teatro Maquillage (1946, dos años antes de su partida) en el Teatro Británico es un muy buen comienzo.

Mirko Lauer

Observador

Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).