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Política

Uchuraccay: hijos de periodistas asesinados aún esperan justicia

Memoria. Sus padres les fueron arrebatados en 1983, y desde entonces piden que se aclare el caso y se haga justicia.

Voz. Por primera vez, descendientes hablaron de forma pública sobre el duelo que vivieron. Foto: Difusión
Voz. Por primera vez, descendientes hablaron de forma pública sobre el duelo que vivieron. Foto: Difusión

“Son fotos que me impactan, que siempre me dieron miedo porque para mí significaban muerte”, dijo la periodista Alicia Retto al recordar las instantáneas que tomó su padre, el fotógrafo Willy Retto, antes de ser asesinado junto a otras nueve personas por un grupo de campesinos de Uchuraccay, Ayacucho, el 26 de enero de 1983.

“¡Que injusto es Dios!”, fue uno de los pensamientos que recorrían su mente cuando crecía y le comentaban el buen hombre que era su padre que no llegó a conocer.

Ayer, en el conversatorio Mártires de Uchuraccay: la palabra de las/os hijas/os periodistas, organizado por la Asociación Nacional de Periodistas, la conductora y otros tres periodistas narraron la difícil situación que atravesaron.

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Se recordó a quienes perdieron su vida por cumplir su labor: Jorge Sedano, Eduardo de la Piniella, Pedro Sánchez, Félix Gavilán, Willy Retto, Jorge Mendivil, Amador García, Octavio Infante, Juan Argumedo (guía), Severino Huáscar (comunero).

Desde la matanza, la vida de Carlos Infante cambió. “Tuve un duelo que me duró mucho tiempo porque no miré el cadáver de mi padre (Octavio Infante). El cuerpo estuvo tan malogrado que no se me permitió”, dijo. Este acabó ocho años después, cuando tenía 19, tras visualizarlo en una exhumación.

Como periodista llegó a conversar con uno de los que perpetró el crimen y no le expresó ningún gesto de rechazo, hecho que le demostró el fin de su carga emocional. Pese a la incertidumbre, un acto que significó mucho para él fue cuando en el 2017 la entonces ministra Marisol Pérez Tello les pidió perdón en nombre del Estado: “Era parte de la necesidad de reconciliarnos. (...) Porque en el crimen tuvo mucho que ver el Estado”.

Pamela de la Piniella, hija de Eduardo de la Piniella, nunca conoció realmente lo sucedido. “Pero sí me hicieron conocer a la persona que fue mi padre y eso fue lo más importante”, agrega.

Rosa Argumedo, hija del guía Juan Argumedo, mantenía un fuerte resentimiento. Ya como periodista encontró testimonios con los que pudo reconciliarse: “Ser periodista es un honor y más si somos hijos de los mártires de Uchuraccay”.

Los periodistas pidieron el inicio de una comisión institucional que halle la verdad detrás de la matanza.

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