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Política

Gustavo Mohme Llona, el hombre que amaba la democracia

Memoria de un luchador. En el décimo aniversario del nacimiento de la Fundación Gustavo Mohme Llona y a 24 años de la partida de nuestro director fundador, recordamos la figura de un hombre comprometido con las causas más justas y que consagró la última década de su vida al más noble de los objetivos: la recuperación de la democracia.

Banderas. Fue un gran impulsor de la descentralización, la justicia social y la lucha contra la corrupción fujimorista. Foto: difusión
Banderas. Fue un gran impulsor de la descentralización, la justicia social y la lucha contra la corrupción fujimorista. Foto: difusión

“Soy un rebelde con causa”, dijo Gustavo Mohme Llona, un día de abril del año 2000, durante una entrevista para el suplemento VSD de La República, el diario que había cofundado 19 años antes y del que era director. “Me rebelo siempre ante la injusticia, la impunidad y los antivalores que este Gobierno representa”.

Mohme Llona se refería al Gobierno de Alberto Fujimori, un régimen autoritario corrupto que llevaba ocho años pisoteando la Constitución y las leyes, y al que él combatía diariamente desde todas las trincheras posibles: en el Parlamento, en la redacción del periódico, en las propias calles.

Se había enfrentado a la prepotencia del tirano desde el 5 de abril de 1992, cuando Fujimori y su cúpula disolvieron el Congreso y echaron a la calle a todos los diputados y senadores, entre ellos al propio Mohme, y cuando, esa misma noche, tropas de militares asaltaron las oficinas de La República y otros medios para controlar la información que se publicaría al día siguiente. No contaban con que el director y su equipo decidirían publicar la portada y otras páginas del diario con espacios en blanco, poniendo en evidencia ante la ciudadanía la censura que imponía el régimen.

Mohme nunca pretendió librar estas batallas solo. Por el contrario, como testimonian personalidades que lo acompañaron durante estos años decisivos, fue el mayor convencido de que se necesitaba de la unidad de todas las fuerzas políticas para plantarle cara al autoritarismo y hacerlo retroceder.

 Concertador. En la presentación del histórico Acuerdo de Gobernabilidad suscrito por 14 partidos, antecedente del Acuerdo Nacional. Foto: difusión

Concertador. En la presentación del histórico Acuerdo de Gobernabilidad suscrito por 14 partidos, antecedente del Acuerdo Nacional. Foto: difusión

“Inmediatamente después del 5 de abril, él se involucra con otros sectores en la creación de un frente vasto, amplio, de partidos de izquierda, centro y derecha y de movimientos sociales opuestos al Congreso Constituyente Democrático y al fujimorismo. Ese frente es el Comité Cívico por el No”, dice el analista político Juan de la Puente, quien conoció su labor de cerca durante esos años. “Él vio esto no como una lucha exclusiva de la izquierda, sino de un grupo muy amplio y democrático. Por eso también participó en la creación del Foro Democrático, que impulsaron Alberto Borea y otras personas”.

El Comité por el No luego se convirtió en el Comité Cívico por la Democracia, una coalición que reunió a partidos, gremios sindicales y organizaciones regionales, desde la que se denunció la corrupción y el abuso del triunvirato que, por entonces, ya conformaban Fujimori, Vladimiro Montesinos y Nicolás Hermoza Ríos, y desde la que se instó a investigar crímenes de DDHH como los de Barrios Altos y La Cantuta.

Como empresario comprometido con la búsqueda de una sociedad más justa, apoyó las luchas de los trabajadores, a quienes atendía constantemente en su despacho parlamentario y en sus oficinas del edificio Capeco, y quienes siempre encontraron en este diario un espacio para discutir sus problemáticas. Alguna vez Mario Huamán, entonces presidente de la CGTP, recordó que otros empresarios criticaban a Mohme por estar siempre del lado de los explotados: “A ellos les cerró la boca con una frase que recaló en la dirigencia sindical y que hasta ahora recordamos: ‘Yo soy dirigente por convicción y empresario por necesidad’”.

“Él podría haberse quedado cómodo en el papel de empresario con poco compromiso democrático y así disfrutar de los éxitos económicos que disfrutaban aquellos que se auparon al carro del fujimorismo —dice Juan de la Puente—. Pero no lo hizo. Siempre, sus principios democráticos y su compromiso social definieron su accionar en lo político, lo periodístico y lo empresarial. Incluso en contra de sus propios intereses”.

 Periodista. Bajo su liderazgo, La República fue un baluarte de la libertad de prensa y la defensa de la democracia. Foto: difusión

Periodista. Bajo su liderazgo, La República fue un baluarte de la libertad de prensa y la defensa de la democracia. Foto: difusión

La bandera anticorrupción

Junto con las banderas de la descentralización y la justicia social, Mohme levantó las de la lucha contra la corrupción. Siendo parlamentario, promovió, por ejemplo, la investigación de la Caja de Pensiones Militar Policial, que había sido secuestrada por la mafia de Montesinos. Y como director de La República, alentó investigaciones periodísticas que expusieron las corruptelas del Gobierno, como la compra de aeronaves de combate MiG-29 y Sukhoi-25 a precio sobrevalorado.

El régimen, en represalia, trató durante años de ahogar financieramente a esta casa editora, mandó a los servicios de inteligencia a perseguir al director y a sus periodistas y, como nada de esto fue suficiente para doblegarlo, emprendió una campaña de desprestigio a través de los ‘diarios chicha’, la que, a despecho de sus promotores, suscitó un gran sentimiento de solidaridad entre los peruanos que reconocían el papel de Gustavo Mohme en la lucha por el retorno de la democracia.

A finales de la década, la recuperación de la democracia fue su misión más preciada. Como lo había hecho en 1995, cuando promovió una candidatura única de oposición, asumida aquella vez por Javier Pérez de Cuéllar, en 1999 bregó para que las fuerzas democráticas acordaran una postulación de consenso, pero no lo consiguió. Sin embargo, logró que 14 partidos suscribieran un Acuerdo de Gobernabilidad, en el que quedaron consensuadas un conjunto de políticas en materia de educación, desarrollo social, descentralización y fortalecimiento de gobiernos locales. Este pacto sentó las bases de lo que tres años más tarde sería el histórico Acuerdo Nacional.

“Recuerdo mucho su tenacidad para armar grupos estables para que la oposición tuviera fuerza”, dice Rolando Ames, amigo y compañero en estas luchas. “Y recuerdo la admiración que eso causaba en la gente que lo conocía menos, como, por ejemplo,  Julio Cotler, quien una vez me dijo: ‘Qué buena persona es Mohme y qué capacidad para juntar gente tan distinta’”.

Alguna vez Javier Diez Canseco lo describió como “un puente humano” por esa capacidad para unir a las fuerzas de izquierda, del centro y de la derecha. Él se consideraba a sí mismo un “rebelde con causa”. Pocos días después de conceder esa última entrevista, en la que habló de los ideales que lo impulsaban en su vida, Gustavo Mohme Llona falleció, repentinamente, un 23 de abril del año 2000. Meses después, ese mismo año, caía el régimen que había secuestrado la democracia peruana. El sueño que lo animó durante su última década finalmente había sido alcanzado.

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