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Economía

Un tercio de los peruanos es pobre: en 2046 se retornaría a nivel prepandemia

Daño colateral. 9,7 millones de habitantes culminó 2023 sin el dinero suficiente para atender sus necesidades básicas, según el INEI. La recesión económica del primer año de Gobierno de Dina Boluarte fue más letal que el coronavirus: casi 2 millones viven en la pobreza extrema y subsisten con menos de S/251 al mes. Brechas en educación, salud y servicios también son alarmantes.

La vulnerabilidad económica monetaria afectó al 42% de la selva, al 36% de la sierra y al 26,6% de la costa. Foto: La República
La vulnerabilidad económica monetaria afectó al 42% de la selva, al 36% de la sierra y al 26,6% de la costa. Foto: La República

Como un efecto residual de un 2023 que trajo el peor resultado del PBI en tres décadas –sin contar la pandemia–, la pobreza en el Perú se incrementó y alcanzó al 29% de la población, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).

En total, son 9 millones 780.000 las personas sumergidas en la pobreza: 3 millones 290.000 ciudadanos más que en 2019, cuando la tasa era de 20,2%, y 596.000 más que en 2022 (27,5%). Salvo la ratio de 30,1% que dejó la llegada del coronavirus, hay un retroceso de 12 años en la lucha contra uno de los males endémicos de nuestra sociedad (ver infografía).

Más peruanos son pobres extremos

No obstante, tal como adelantó La República en su edición del jueves 9 de mayo, cuando la presidenta Dina Boluarte amagó con suspender la publicación del informe del INEI, uno de los puntos más críticos ha sido el repunte de la pobreza extrema, la cual empeoró en el primer año de la gestión Boluarte y afectó a más compatriotas que en 2020.

Del 29% de peruanos pobres, un 5,7% son pobres extremos. Antes de continuar, vale aclarar que la pobreza a la que nos referimos es la monetaria. El INEI establece dos umbrales: aquellas personas cuyo gasto para asumir necesidades básicas como alimentación, educación, salud y transporte no pasa de los S/446 por mes es pobre, y quienes estén debajo de S/251 son pobres extremos.

En detalle, 1 millón 922.000 peruanos yace en la pobreza extrema. Comparado a 2022, fueron 249.000 los ciudadanos que cayeron y ahora subsisten mensualmente con una cuarta parte del salario mínimo (S/1.025); y frente al 2019, se registraron 991.000 personas más. En 2020, la tasa de pobres extremos fue de 5,1%, hoy, está 6 puntos básicos por encima (ver tabla).

Y, por ámbito, en el espectro rural hubo un incremento llamativo frente al año previo a la pandemia: pasó de 9,8% a 16,2%. Las regiones con más pobres extremos son Cajamarca, Huancavelica, Loreto y Puno, con tasas de hasta 17,1%.

Javier Herrera,representante del Instituto de Investigación para el Desarrollo-IRD Francia, sostiene que son tres las principales causas por las que incrementó el número de pobres y pobres extremos en el Perú. En primer lugar, está la caída de 0,6% del PBI, ya que la recesión estancó la demanda interna y el consumo privado; además, está la inflación, la cual se disparó en más del 10% solo en alimentos y golpeó a los más pobres. Por último, está el deterioro del empleo en sectores productivos como la manufactura, construcción, pesca y agropecuario.

Los números del INEI reflejan una dura realidad que se contrasta poderosamente con el reciente aumento de S/11.000 que tuvieron los congresistas –adicionales a los S/15.000 de su sueldo– y a las investigaciones por presunto enriquecimiento ilícito a la presidenta Dina Boluarte.

“Hay una ausencia de consciencia sobre la situación que se está agravando. Ya son dos años seguidos que la pobreza aumenta, y ahora nos encaminamos a la urbanización de la pobreza. Respecto a los últimos seis años, la pobreza en Lima se ha triplicado”, asegura el académico.

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Más de 20 años para reducir la pobreza al 20%

El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) estima que el PBI peruano crecerá 3,1% este año, y hasta 2027 atestará una media anual de 3%. Especialistas consultados por este medio, así como el ministro José Arista, reconocen que es insuficiente para el cierre de brechas.

De mantenerse una tasa anual del 3%, en más de 20 años –aproximadamente en 2046– recién reduciríamos la pobreza al 20% previo al Covid-19, recuerda David Tuesta, presidente del Consejo Privado de Competitividad. Y, en caso se logre un ritmo anual del 4%, se lograría en 16 años.

El profesor del Departamento de Economía de la PUCP, Jhonatan Clausen, sostiene que el crecimiento económico, sin duda, es indispensable, pero que en décadas anteriores “se ha visto que solo el crecimiento es insuficiente para reducir la pobreza monetaria en todas las áreas del Perú”.

Clausen explica que, de hecho, la pobreza rural tiende a ser menos sensible al crecimiento que la urbana, pues implica la acción directa del Estado para la provisión de servicios y, por lo tanto, urge complementar el crecimiento con políticas de redistribución. “No podemos pensar que, automáticamente, si hay crecimiento, se van a reducir la carencia de acceso a salud, conectividad, educación, seguridad, entre otros aspectos fundamentales para la población”, asegura.

Pobreza multidimensional: la otra cara

Es la primera vez que el INEI incorpora en su informe de pobreza una sección que explícitamente se refiera, a detalle, a la pobreza multidimensional. Y las cifras no son menos alarmantes: el 32% de la población no tiene acceso a atención médica de calidad, pese a que el 43% tiene problemas de salud crónicos. Casi la mitad (43%) de niños peruanos de entre seis meses y tres años de edad sufren de anemia, y un cuarto de la población es obesa. La tormenta perfecta.

A ello debe sumarse que el 74% de la población no goza de una adecuada gestión del agua que consume, mientras los índices de criminalidad que afectan a la población urbana de entre 15 y más años de edad ha escalado al 27%.

La decana del Consejo Regional de Lima Metropolitana del Colegio de Nutricionistas del Perú, Jessica Huamán, recuerda que la canasta básica individual se ha incrementado en S/31 hasta llegar a S/446, situación que supone una menor cantidad de población que accede a una buena alimentación.

En ese sentido, puntualiza Huamán que crecer a nivel de PBI no necesariamente se traduce en reducción de anemia y desnutrición. La anemia el año pasado fue 42,4% y este año 42,1%, mientras la desnutrición crónica se ha mantenido en niveles estables, alrededor del 11%. El impacto en la costa se da como consecuencia de inflación o incluso cambio climático.

“Si hablamos de pobreza multidimensional, que tiene que ver con el acceso a servicios básicos, podemos ver la malnutrición. La anemia es multicausal, no solo es por falta de alimentación segura, sino acceso a agua, energía para cocinar, etcétera”, acota la colegiada, no sin antes enfatizar que la anemia y desnutrición se elevaron en las áreas urbanas.

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Datos

Subsistencia. Los peruanos destinan el 30% de sus ingresos a alimentación y solo el 3% a recreación, según INEI.

Ojo. La vulnerabilidad económica monetaria afectó al 42% de la selva, al 36% de la sierra y al 26,6% de la costa.

Reacciones

Javier Herrera, investigador IRD

“Hay una ausencia de consciencia sobre la situación que se está agravando. Ya son dos años seguidos en los que la pobreza aumenta, y ahora nos encaminamos a la urbanización de la pobreza”.

Jhonathan Clausen, profesor Dpto. Economía PUCP

“No podemos pensar que, automáticamente, si hay crecimiento, se van a reducir la carencia de acceso a salud, conectividad, educación, seguridad, entre otros aspectos fundamentales para la población”.

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Gobierno asegura que no hay que alarmarse

Para el presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, que la pobreza esté en máximos de más de una década, sin el Covid-19, no es motivo de alarma y, por el contrario, se debe tomar “con la confianza en nosotros mismos”. En esta línea, aseguró que el Gobierno de Dina Boluarte redoblará esfuerzos para revertir las cifras con reactivación económica y seguridad ciudadana. Además, a fin de disipar las dudas por el intento de censurar la publicación del INEI, dijo que los datos se conocían desde hace más de dos semanas.

El mea culpa llegó desde el MEF, donde el ministro José Arista reconoció que, en todos estos años, “algo más se pudo hacer”. Para este 2024, aseguró que se reducirá la pobreza “en pequeños dígitos”, por lo que “no va a ser tan optimista”.

Una crisis heredada del 2016

Enfoque. Federico Arnillas, presidente de la Mesa de Concertacion para la Lucha Contra la Pobreza.

La pobreza ya estaba en Lima antes del covid, pero la pandemia ha facilitado que los niveles y condiciones de hacinamiento se expandan y eso hace más visible la pobreza urbana. Lo que tenemos son dos parámetros de análisis, uno en terminos absolutos y otro en relativos. En absolutos, la pobreza urbana ha sido siempre mayor; en relativos, la pobreza es más alta en zonas rurales.

Esto ocurre porque es una sociedad muy desigual, y eso es lo primero que debemos reconocer. Los mecanismos de redistribución social son muy malos. Tenemos entonces esta tendencia de atomización de pobres y no pobres, las capas medias son muy débiles si las comparamos con otros países con clases medias más abundantes y mejor provistas de servicios.

Usando el indicador de pobreza monetaria, hay una tendencia clara de reducción de la pobreza entre 2004 y 2016, doce años. Pero entre 2016 y 2019 la tendencia no se presenta y la incidencia se mantiene relativamente estable. Llega 2020 y, obviamente, se dispara la pobreza.

Esa curva es interesante. La pregunta es ¿qué pasa en el país en esos cuatro años? El estancamiento tiene que ver con la crisis política. Aunque hay factores de coincidencia, como la llegada de la migración venezolana y El Niño, recordemos que 2016 fue el año de inicio de tensiones en el Gobierno de PPK. Y mientras no salgamos de esa situación, no podremos salir de este agujero.