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¿Alineamiento sí o sí?, por Humberto Campodónico

“En octubre, el presidente de Chile, Boric, viajó a China y le dijo a Xi Jinping: ‘Chile quiere ser la puerta de entrada de China en América Latina’”.

La decisión de Javier Milei de no integrar el BRICS y los zarandeos diplomáticos con China son claros indicadores de su alineamiento detrás de Estados Unidos en la disputa por la hegemonía en el siglo XXI.

¿Por qué? Hay varias interpretaciones. La cuestión es que, en este caso, la decisión fue “voluntad propia” de Milei, no solo por la afinidad ideológica sino por necesidades enormes de capitales para refinanciar su deuda y combatir la devaluación.

El tema de fondo: es probable que otros países enfrenten una situación político-diplomática donde reciban presiones para “alinearse”, ya sea con el “hegemón” Estados Unidos (con un PBI de US$24 billones), o con China, la gran potencia emergente (PBI de US$18 billones). ¿Por qué? Que comience la discusión.

Por ejemplo, Nouriel Roubini dice que China y EEUU deben aplicar políticas que reduzcan las tensiones económicas y geopolíticas y fomenten una cooperación saludable en cuestiones globales como el cambio climático y la regulación de la inteligencia artificial y que, si no logran un nuevo entendimiento sobre estos problemas, eventualmente chocarán (The Guardian, 28/8/23). En esa línea conversaron Biden y Xi Jinping hace dos meses en San Francisco (¿durará?).

Si analizamos las relaciones económicas, comerciales y financieras de América Latina (como lo ha hecho Cepal en su estudio Perspectivas del comercio internacional de América Latina y el Caribe 2023, www.cepal.org), se aprecia un impresionante crecimiento de China en las inversiones, el comercio y el financiamiento (varían de país a país), a la vez que siguen siendo muy importantes las relaciones –en esos mismos sectores– tanto con EEUU como con la Unión Europea.

La alternativa política puede venir por el lado del No-Alineamiento Activo de los países. Esta política no representa lo mismo que los No Alineados de los 60 y los 70, cuando el “Tercer Mundo” se puso a igual distancia de EEUU y de la URSS. De lo que se trata es de un aggiornamiento para actuar de acuerdo con los propios intereses de los países y no en función de “estás conmigo o contra mí” (1). Por ejemplo, en octubre, el presidente de Chile, Boric, viajó a China y le dijo a Xi Jinping: “Chile quiere ser la puerta de entrada de China en América Latina”. Después viajó a EEUU y en reunión con Biden dijo que “estaba a favor del multilateralismo”. Gran diferencia con Milei.

Hace pocas semanas en el Financial Times de Londres se dijo que el puerto de Chancay (en construcción por un consorcio peruano-chino, con mayoría de este último) a inaugurarse en noviembre “podría ser usado con fines militares”. Además, se dijo que habría preocupación porque la distribución de electricidad en Lima estaría 100% en manos de empresas chinas. Cierto, Sempra Energy, empresa de EEUU propietaria de Luz del Sur, la vendió en US$3,300 millones a Yangtze Power en el 2020. Y está por cerrarse la venta de la ex-Edelnor a la china Southern Power Grid (en los próximos días debe pronunciarse Indecopi). Que la ley peruana decida. Y no las presiones.

Y también ha habido preocupación en Chile por parte de dirigentes empresariales y políticos porque Chancay inclinaría la balanza del comercio con China hacia el Perú, ya que es parte de la “Ruta de la Seda” y concentrará buena parte de la carga (de ida y de vuelta) y, a partir de allí, habría cabotaje con otros puertos de la región.

No sorprendería que si ese puerto se construyera en Chile, voces peruanas dirían lo mismo. ¿Por qué? Porque en la “realpolitik” cada país privilegia sus propios intereses, aplicando la “filosofía colegial” de yo primero. Se podría actuar distinto, compitiendo y cooperando. Pero este “ideal” está pasado de moda: “no hay que ser ilusos”, me responden. Pero la Cepal en el informe ya mencionado plantea que es necesaria una mayor integración geopolítica y comercial de América Latina.

Volviendo al principio. Se trata de saber posicionar los intereses propios –ojalá fuera con varios países– sin imposiciones excluyentes, donde participen los Estados de manera que los intereses nacionales (en materia de valor agregado, incorporación de tecnología y empleos) estén en primera línea. Algo que aquí brilla por su ausencia.

1) El No-Alineamiento Activo y América Latina: una doctrina para el nuevo siglo, Carlos Ominami et al. Editorial Catalonia, 2020.

larepublica.pe
Humberto Campodónico

Cristal de mira

Humberto Campodónico. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.